miércoles, 12 de marzo de 2014

PARTES DE MÍ, CREO.

Atrás quedó el escalofrío que sentía
cuando cada mañana vestía la camisa
y enseguida sonaba el televisor
con las primeras noticias,
 que mas que ficticias,
eran reflejo de mi dolor.

Atrás quedó el consuelo
que buscaba en mi espejo
y encontraba en el alcohol,
desapareciendo en el desaliento,
aunque fuera por un momento,
mi loca ilusión del yo.

Atrás quedó esa acera y ese tiempo,
ese miedo que genera el dinero
y ahora pago con la misma moneda,
con la que me brinda el momento,
que es silencio en medio de tormenta,
y la esencia opuesta al miedo.

Y todo recobra su fuerza,
el brillo de su naturaleza
y su presencia en el universo,
que entero refleja
que lo que mas quiero,
es, que lo que piensas,
se quede por fin quieto.

Atrás quedaron las promesas,
las querencias de los apegos,
los desvelos por las respuestas
y las sentencias de mis deseos,
que provocaban estridencias
engendradas por un credo
enmohecido, áspero y negro.

Atrás quedaron los nombramientos,
los sumisos de los prejuicios,
los adjetivos de los juicios
y los posesivos lamentos,
que cambiaron un estar vivo
por un vivir muerto.

Atrás quedaron también algunos amigos,
bagaje que quiso el destino,
pero no verlos no es no sentirlos muy dentro,
donde se confunde el amor con el olvido
y al sonido con el silencio.
Ahí los llevo conmigo
 y los sigo queriendo.
Gajes del oficio.
Partes de mí, creo.

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