Amando estar enredado en el abecedario,
donde cualquier hachazo te deja intacto
y de entre los garabatos surge un retrato
balsámico, cálido y subterráneo.
Puede que algo improvisado y desinteresado,
pero muy práctico
porque puedes bailar tango hasta que roza el pecado,
elegir a ratos sabio, a ratos diablo,
o salir volando como un pájaro liberado.
O cantar por los cuatro costados que te amo.
Y en otro plano,
igual trabajo en vano y no hago un canto,
pero puede que sí un poemario.