lunes, 15 de julio de 2013

Y SERÁ IMPARABLE

Hordas de inútiles emociones hacen cola
para apagarme la visión traslúcida y clara.
Son soldados a las órdenes de inexplicables generales
anticuados, cobardes, taciturnos y traidores
que ensombrecen con su pisar el aire puro.
 Atenazan y exprimen los sentidos para dejarlos inocuos
y evadidos en un rincón sin luz. Acobardados.
Derraman aceites escurridizos en el tiempo inexistente
con ilusiones vanas. Resbalan ante mí imperceptibles
y viles susurrándote que todo es normal. ¡Insensatos!
 Trabucan. Mascullan trucos aprendidos de lejos y
se esconden para que no los apreses. Huyen despavoridos
bajo las sombras de la noche sin luna o del sol ardiente y brillante.
Como cobardes que arrojan piedras, escondidos
tras los altos maizales de otoño.
 Te tientan con su veneno transgénico y aromático
y ecléctico. Como sirenas con canto de almidón rancio.
Vestidas con seda de sangre y vísceras. Siempre con hambre
y con sed.
Porque se sienten repudiados y estériles.
 Lloran cada día en su lodazal de oro. Pobres
desdichados que se empapelan de todo. Pobres animales
los que manejan a su antojo. Pobres hilos de amor
recubiertos de perlas y abrigos de estiércol.
 Pero tu hedor traspasa tu frontera y te delata.
Tus propias heces nauseabundas te delatan y son
abono de mis flores, que crecen así con más vigor.
Es el hermoso loto en medio del fango. Es el pétalo
de la rosa rodeado de espinas. No dejarán de ser
bellas por más que su tallo pinche. No faltará a la cita
con su fragancia aunque esté entre mierda. Y crecerá bella
en cualquier escenario que la quieras pintar.
 Y te rendirás vencido por una flor o por un
instante de color. Y te fundirás con ella por toda
la eternidad absorto en la misma belleza,
sabiendo que aunque por un rato te marchites,
sigues compartiendo su raíz. Y será imparable.


martes, 9 de julio de 2013

UN GRAMO EVAPORADO DE INFINITO






Soy un diario en blanco,
 una vasija vacía en el desierto,
 una ola perdida  del océano,
 un perdón que se silva a lo lejos.
 Soy un amasijo de carne, huesos y barro
 en busca de silencios.
 Soy un te quiero grabado en tu pecho,
 un haz de luz de un carámbano.
 El que provoca todos mis miedos
 con cada aliento que pierdo en mi ocaso
 y con cada gota linda de tu triste llanto.
 Un rayo de luna llena en pleno verano,
 una balanza que bracea hacia el lado del amor
 y se le nota demasiado.
 Un seguidor ferviente de tu don,
 un escultor de cada instante,
 un borrador de mi pasado.
 La extensión mayor de lo que ahora te cuento.
 El más mínimo error, si no te estoy amando.
 Soy el perfume de una flor en la ciudad,
 un leve susurro en el momento preciso,
 algo con lo que se puede contar,
 testigo de la mirada que suscito.
 Soy la energía que al amarte necesito.
 La amplitud de mi habitación,
 mis limitaciones y mis anhelos,
 la cara caliente del sol,
 el grado más bajo del hielo.
 Soy el mas claro ejemplo de lo viejo,
....nunca cuando vivo….
 ….y siempre cuando muero….
 Las claras directrices que me azotan.
 Las letras altas que te narro
 al cantarte mi amor cuando se agolpa
 para derribar el muro en que me hayo.
 Al pedir cada beso de tu boca
 y el latido tuyo,
  que oigo cuando callo.
  Soy un gesto con sentido,
 cualquier ligero aroma,
 un salto en el abismo.
 El que si no está en sí mismo,
 empeora.
Eso o nada soy yo.
 Tú, mi amor,
 el motivo de estar vivo.
 Y los dos,
  fundidos,
 un gramo evaporado de infinito.