domingo, 2 de marzo de 2014

POLVO, BRASAS Y CENIZA

La huella deja el sendero apagado
y aquella vela consigue alumbrar
la tela de mi resguardo
que de entre la niebla densa, trata de escapar.

La pluma se oculta del tintero,
la espada reluce robusta en el infierno
y todo se aclara cuando nunca muero
o cuando mi esfuerzo lo pierdo en la nada
y lo encuentro dentro de mis entrañas
que vagan por el cielo.

Polvo, brasas y ceniza,
locos de alma encendida
con ojos que saltan por la vida
de asombro, calma y alegría.

Divergencias cometidas por el reloj,
que vuela veloz y no distingue
la psique del corazón
y persigue un deseo del yo
que nunca consigue.

De ahí éste grito profundo,
estoy moribundo y no me amas,
me llamas y al instante acudo
para salvar al mundo de tus garras
y sólo recibo escudos y hachas
lanzadas desde detrás de tu muro,
oculto tras telarañas opacas
donde crees estar seguro
y no son mas que patrañas.

Agua, grasa y músculo
disueltos en casi un segundo
 donde yo sólo me preocupo
del minúsculo espacio que separa
lo crudo de la llama,
que no es nada
y es un mundo.

De ahí éste silbido desnudo,
éste deseo sucio del que huyo
pero a ratos me atrapa,
éste murmullo ahogado en mi garganta
que canta que todos somos uno

envueltos en distinta carcasa.

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