Pretendo ser testigo vago
del pájaro cantor
antes que alimento esclavo
del ansia del patrón.
Pretendo ser nube
y no tener voz,
ser del jazmín su perfume
o pétalo de flor.
Pretendo ser quien andando descubre
el sendero del amor.
Pretendo ser reflejo del cristal,
oleada de viento, gota del mar.
Pretendo que un segundo,
cambie de rumbo mi mundo
al hacerse eternidad.
Pretendo que la vida me inunde,
ser el día que te alumbre
y nada más.
Pretendo expandirme,
ser tocudo por no rendirme
para expresar la libertad
que limita lo imposible
tan solo al respirar.
Pretendo abandonar mi cuerpo
cuando te empiezo a cantar
y liberar el sentimiento
que refleja mi espejo al amar.
Ser el viento, el sol y la tempestad
que llevo dentro.
Pretendo que te ame este verso,
ser eso y nada mas.
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No ansío nada de ti,
sólo sentir tus pasos junto a los míos.
Saborear el suave latir
que al abrirme acaricio
en los rincones mas tapados y tranquilos
que comparto contigo para partir
alejados del ruido.
No nos preocupa vivir
ni encontrarle a la vida sentido.
Yo soy tuyo y tú para mi.
Tú la paz. Yo el torbellino.
Si nos paramos de amar,
nos congelamos de frío.
A veces somos dos.
Las mas veces ninguno.
Todas el calor
que nos traslada a ese mundo
de almizcle y algodón,
de amor absoluto
donde estamos tú y yo,
donde ser nada es ser mucho.
Y nos transformamos en sombras,
en simples objetos vanales
que el sol arroja
donde no sabe nadie,
porque sólo somos motas
de luz o de aire.
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