Desmesurados pasos largos,
piensas que es uno
y son unos cuántos.
Rápidos, huyendo rasgados
hacia horizontes vanos, vacíos y lejanos
que ocultan su calor en carámbanos helados
que se mueren de frío hasta en pleno verano.
Evadidos o escondidos en lo anclado
mucho más abajo de lo subterráneo,
en lo retorcido del cuadro abstracto
y no en el vago transcurso del preciado astro.
Para permanecer opacos,
incrédulos y apagados,
lánguidos en tristes llantos
como fango en el teatro de payasos.
En vez de enarbolados en todo lo alto,
apasionados, perplejos y sobresaltados,
amando hasta acabar con el corazón cansado
de tanto amar. De amar tanto.
Declarando ingrato al destino amargo
solamente dejando evadir tu cuerpo entre mis abrazos,
atenta a tu partir girando en solitario
sólo para oírme decir que te amo.
Y hasta el canto del gallo te susurrará que te amo.
Y entre árboles, bosques y pájaros sentirás que
si no estás aquí a mi lado, te extraño.
Porque si estás junto a mi palabra y mi tacto,
nunca acabará el corazón cansado
de tanto amar por amar tanto.
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