Hordas de inútiles emociones
hacen cola
para apagarme la visión traslúcida
y clara.
Son soldados a las órdenes de
inexplicables generales
anticuados, cobardes, taciturnos
y traidores
que ensombrecen con su pisar el
aire puro.
y evadidos en un rincón sin luz.
Acobardados.
Derraman aceites escurridizos en
el tiempo inexistente
con ilusiones vanas. Resbalan ante mí imperceptibles
con ilusiones vanas. Resbalan ante mí imperceptibles
y viles susurrándote que todo es
normal. ¡Insensatos!
se esconden para que no los
apreses. Huyen despavoridos
bajo las sombras de la noche sin
luna o del sol ardiente y brillante.
Como cobardes que arrojan
piedras, escondidos
tras los altos maizales de
otoño.
y ecléctico. Como sirenas con
canto de almidón rancio.
Vestidas con seda de sangre y
vísceras. Siempre con hambre
y con sed.
Porque se sienten repudiados y
estériles.
desdichados que se empapelan de
todo. Pobres animales
los que manejan a su antojo.
Pobres hilos de amor
recubiertos de perlas y abrigos
de estiércol.
Tus propias heces nauseabundas
te delatan y son
abono de mis flores, que crecen
así con más vigor.
Es el hermoso loto en medio del
fango. Es el pétalo
de la rosa rodeado de espinas.
No dejarán de ser
bellas por más que su tallo
pinche. No faltará a la cita
con su fragancia aunque esté
entre mierda. Y crecerá bella
en cualquier escenario que la
quieras pintar.
instante de color. Y te fundirás
con ella por toda
la eternidad absorto en la misma
belleza,
sabiendo que aunque por un rato
te marchites,
sigues compartiendo su raíz. Y
será imparable.
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